¿Cómo elegir un móvil bueno, bonito y barato?
Cada año en España se compran casi 14 millones de móviles. Sean más caros o más baratos, lo cierto es que nadie quiere gastarse más dinero del necesario solo por desconocimiento o avaricia del vendedor. Es útil saber en qué consiste cada uno de los componentes internos básicos de cada smartphone antes de dar el salto.
Si te lías con “los gigas y las gigas” y la hoja de especificaciones que aparece al lado del precio te parece un manuscrito antiguo sin sentido ninguno, sigue leyendo para aprender cuáles son los elementos cruciales y distinguirlos de los superficiales.
Almacenamiento
En la mayoría de terminales con Android, podremos guardar los datos en dos sitios: almacenamiento interno y tarjetas microSD. Aunque es común referirse a ambos como “memoria” es importante no confundirlo con la memoria RAM. Es un pequeño chip que equivale al disco duro tradicional en los ordenadores.
Se mide en Gigabytes (GB) y básicamente nos dice cuántas aplicaciones, fotografías y vídeos podemos tener a la vez. Es importante que el almacenamiento interno sea una cifra holgada. Aunque podamos aprovechar la tarjeta microSD, lo cierto es que no todas las aplicaciones nos van a permitir sacarle provecho y utilizarán exclusivamente el chip principal.
Mal: 8 o 16 GB. Aceptable: 32 GB. Bien: 64 GB o más. Si tiene tarjeta microSD mejor que si no tiene. En ocasiones vienen con una bandeja que permite tener dos tarjetas nanoSIM o una nanoSIM y microSD.
iPhone X Apple
Memoria RAM
En este caso se trata de la memoria que el teléfono utiliza mientras está en funcionamiento. Cuanto más tengamos más aplicaciones podremos tener funcionando a la vez sin que el teléfono vaya lento y podremos cambiar de app rápidamente y con fluidez.
También se mide en Gigabytes (GB), aunque el total es muy inferior al del almacenamiento interno porque solo necesitamos una porción y son chips mucho más rápidos y caros. Es un componente crítico a largo plazo y si pensamos aprovechar el terminal durante muchos años, cuanta más podamos permitirnos mejor.
Mal: 1 GB. Aceptable: 2 GB. Bien: 4 GB o más.
Procesador
El cerebro principal de la máquina. Hay muchos modelos y marcas y es más que posible quedarse confundido, sinceramente. Los principales son la gama “A” de Apple, los Snapdragon de Qualcomm, Exynos de Samsung y Kirin de Huawei. Están separados en número de núcleos, aunque las configuraciones son diversas y es común que haya procesadores con ocho núcleos mucho peores que algunos con cuatro núcleos.
Como son tantos modelos, es difícil dar una recomendación básica. En los iPhone, los procesadores con un mayor número son más potentes y modernos. En Snapdragon, la gama “400” representa la gama baja, la “600” la gama alta, y la “800” es la gama alta, aunque aquí hay truco: hay que intentar evitar los procesadores de años pasados (un Snapdragon 636 es más moderno y preferible a un Snapdragon 810). Lo mismo ocurre en Kirin y Exynos, con numeración progresiva.
Batería
Uno de los puntos más cruciales. Tenemos que tener en cuenta no solo el total de energía que se puede almacenar (medida en miliamperios hora: mAh) sino también funciones como la carga rápida que nos sacará de muchos apuros pudiendo recargar la batería en mucho menos tiempo.
Cuanta más batería mejor, pero cada móvil y cada procesador gasta de forma distinta, y es uno de los principales indicadores del tamaño de un móvil. Los iPhone modelo “Plus” tienen una batería mayor y que permite sacar más provecho en el día a día, pero también son mucho más grandes. En general, para un terminal con Android la regla general puede ser la siguiente.
Mal: 2.000 mAh. Regular: 2.600 mAh. Bien: 3.200 mAh o más.
Cámaras
Por último, las cámaras son otro de los puntos confusos. Si quieres mirar reseñas y comparativas online, pero siempre puedes sacar un par de fotografías en la tienda para ver cómo funciona el software y qué resultados te da. Ten en cuenta que casi cualquier móvil saca hoy en día muy buenas fotografías con buena luz, pero en entornos tenues y nocturnos la cosa cambia.
No todos los sensores (el chip que recoge la luz) y las lentes (los cristales que la dejan pasar) están hechos iguales, ni más megapixeles significa necesariamente mejores fotografías, ni tampoco una doble cámara ofrecen por necesidad mejores resultados que una sola.
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